martes, 30 de agosto de 2016

{Copenhage, la joya de Escandinavia}

Pedro Otones/Flickr

Una caminata para conocer la historia, las comidas y hasta los juegos de Copenhague.

Copenhague es una de las joyas de Escandinavia. Situada entre las islas de Zealand y Armager, es la capital y ciudad más importante de Dinamarca. Su historia se esconde en la bruma de los tiempos a través de los cuentos de la mitología nórdica y sus sagas, donde dioses y vikingos movían la balanza de la vida. Como su nombre lo indica, fue un puerto de mercaderes y pescadores, y mil años de historia y el paso del tiempo la convirtieron en una de las ciudades más señoriales, dinámicas, elegantes y también bohemias de Europa.

Cuando llegué se me había ocurrido visitar un pequeño popurrí de lugares. Había desestimado los generosos ofrecimientos de amigos daneses para acompañarme ya que quería hacer un poco la mía. Tenía garantizada una jornada larga ya que el verano jugaba a mi favor, en las latitudes donde en invierno sucede absolutamente lo contrario; y contaba con horas para una larga y "cansadora" caminata.

Esa debe ser una de las cosas que más placer me da cuando viajo: caminar, caminar y caminar. Mezclarme entre la gente, pararme unos minutos en el bar, tasca o bodegón de elección a tomar un pequeño refrigerio y continuar, aparentemente sin rumbo, para satisfacer mi curiosidad y alimentar el espíritu rodeado de todo lo que un país diferente tiene para ofrecer. Camisa, jeans, zapatillas y unos anteojos de sol, buena voluntad y una sonrisa. Así salí del hotel. La ecuación era casi perfecta, con un día de esos de no creer y brisa lo suficiente fresca sin ser fría, para no sufrir el trajín.

Aquí va un pequeño resumen del día.

Mañana: Langelinie Park. Verde y azul, los colores predominantes. El verde del césped y los árboles. El azul del mar.

Fuentes, estatuas, columnas y La Sirenita, la famosa estatua, un icono de la ciudad y una de las imágenes más representativas del país, inspirada en el cuento de Hans Christian Andersen.



Cientos y cientos de turistas se iban a acercar ese día para verla, por eso había decidido ir a primera hora y contemplar casi en soledad uno de los lugares idílicos de la capital.

Mediodía: Nyhavn.

En danés significa Nuevo Puerto, y es uno de los lugares más pintorescos de la ciudad, con las fachadas de las casas alineadas frente al agua y pintadas de diferentes colores. Cuenta con infinidad de bares y restaurantes y es aquí donde decidí hacer parada técnica para disfrutar de los Smørrebrød, riquísimos sándwiches abiertos cubiertos, según preferencia personal, con fiambres, quesos, carnes o pescados.



Mientras literalmente me atoraba de Smørrebrød, el puerto y la calle empezaban a poblarse de locales y de turistas. Voces me acercaban idiomas conocidos y ajenos a mi entendimiento y el sol me pegaba de lleno en la cara. Me hubiese quedado una vida ahí sentado, pero a ciencia cierta tenía "cosas" por hacer.

Tarde: caminé más de una decena de kilómetros a través de Frederiksstaden y sus palacios reales, como Amalienborg, sus museos y teatros. Mucha gente en bicicleta se movía por el distrito y tenía que tener cuidado de que no me llevaran "puesto", ya que por momentos prestaba más atención a los lindísimos edificios que al tránsito urbano.

Atardecer: Tivoli Gardens

Abierto hace más de 170 años es uno de los parques de diversiones más antiguos del mundo y vale la pena conocerlo, ya que tiene el encanto propio del romanticismo del siglo XIX y la tecnología de XXI: barcos piratas, templos japoneses y montañas rusas. Como un verdadero niño me compré el famoso algodón de azúcar y pacientemente esperé mi turno para subirme a cada uno de los juegos...

Fuentewww.lanacion.com.ar

Otros links interesantes: Guía nómada de Copenhague

No hay comentarios:

Publicar un comentario